En Integral Psicología realizamos intervenciones dirigidas a la prevención, detección e intervención psicológica en los riesgos psicosociales laborales.
Estrés laboral
Algunos de los signos observables en lo inmediato son:
- Fatiga
- Falta de energía
- Dificultad para concentrarse
- Alteraciones del sueño (insomnio e hipersomnia)
- Tristeza
- Irritabilidad
El estrés debería ser una reacción puntual ante un peligro potencial, que permita el enfrentamiento o la huida de la situación que lo está provocando. Es por ello que cuando se da en el ámbito laboral es tan complejo, ya que ninguna de las dos opciones se encuentra disponible. El individuo cambiar la situación de manera rápida, ni tampoco puede dejar de ir a trabajar. Lo que conlleva que la situación se vuelva crónica, la reacción de alerta se produce en reiteradas ocasiones, con las consecuencias mencionadas previamente.
A largo plazo suelen surgir otro tipo de complicaciones, muchas de ellas relacionadas con somatizaciones, síntomas gastrointestinales (estreñimiento o gastritis); síntomas musculares (dolores y contracturas) y dolores de cabeza. Todos estos síntomas indican que el organismo está padeciendo un estado de tensión permanente.
Factores que pueden desencadenar estrés laboral
Factores desencadenantes. Los estresores más importantes tienen que ver con la sobrecarga de trabajo, la excesiva responsabilidad y fundamentalmente la sobrevaloración de las nociones de éxito o fracaso que cada uno/a tiene de sus tareas cotidianas. También influye el clima relacional que se puede dar en el ámbito laboral. Todo trabajo implica vínculos, al igual que en todos los espacios en los cuales nos movemos, casa, familia, amistad, etc.
Factores externos. En función de determinadas características personales la situación se puede compensar o agravar. El término resiliencia se emplea para designar la capacidad para enfrentarse a las adversidades de forma exitosa. Una persona resilente puede estar expuestas al mismo nivel de estrés que cualquier otra, pero sin embargo responden de mejor manera e incluso logran obtener aprendizajes.
La población de riesgo con mayor riesgo de padecer estrés laboral está entre los 35 y los 45 años de edad. En este momento de la vida se combina una exigencia personal, en donde muchos tienen a su cargo hijos/as o conyugues, con la entrada a un nivel del mercado laboral que es altamente competitivo. Es decir, se suma la carga personal que cada uno lleva en ese momento de la vida con el nivel de competencia laboral.
¿Cuándo consultar? En general todos podemos tener una semana más alterados, más desganados, con mayores dificultades para cumplir las exigencias demandadas. El problema surge cuando estas situaciones se instalan y los síntomas que se presentan se independizan de la situación puntual. Es decir, luego de una semana agotadora, la exigencia del trabajo disminuye, pero uno igual sigue detectando desgano o falta de energía. Esto significa que los síntomas se han independizado y empiezan a verse claros signos de estrés.
Mobbing o acoso laboral
“El mobbing es una de las situaciones que más impacto psicológico provoca en las personas, generando deterioro personal, familiar, social y profesional en las víctimas”
El mobbing o acoso laboral se utiliza para describir la situación en la que un individuo es sometido a presión psicológica por uno o más miembros del grupo, con la complicidad o silencio del resto, con el fin de producirle miedo.
Las victima reciben una violencia injustificada de tipo psicológico, manifestada a través de actos hostiles (insultos, rumores, vacio, etc.). Estas acciones pueden prolongarse durante meses o incluso años y, en los casos más graves, se puede llegar a la violencia física o sexual.
El objetivo final del mobbing suele ser conseguir el abandono del puesto de trabajo por parte de la víctima, ya que la consideran una amenaza para sus intereses personales. Este acoso puede llegar tanto de los superiores (para conseguir eliminarla de la empresa sin coste económico) como de los propios compañeros de trabajo (por la necesidad de control y destrucción de un individuo con tendencias psicopáticas).
Para que una situación de acoso pueda ser considerada como mobbing se requiere que sea una conducta consciente, que tenga como objetivo disminuir la estima o las capacidades de la persona en su puesto de trabajo para poder eliminarla del grupo y que se mantenga en el tiempo (al menos seis meses) con una frecuencia de acoso al menos semanal.
Los siguientes comportamientos deben estar dirigidos exclusivamente a la persona afectada para que pueda hablarse de mobbing:
- Ataques a la víctima con medidas organizacionales: Rechazo a reconocer su valía, trato inferior a los demás, sobrecarga de trabajo o, por el contrario, asignarle tareas de poca valía o dejarle sin trabajo, robar su trabajo, negarle la formación necesaria para realizar su trabajo, cambiar continuamente sus objetivos, ser objeto de procedimientos disciplinarios por causas insignificantes o inventadas…
- Ataques a la víctima mediante aislamiento social: Ser separado o marginado de sus compañeros/as, ser humillado/a o criticado/a, distorsionar sus palabras o conductas.
- Ataques a la vida privada: Negarle permisos o vacaciones, recibir burlas sobre su vida privada.
- Situaciones muy graves: Violencia verbal y/o física y/o sexual hacia la víctima.
¿Cuándo consultar? El desconocimiento de esta problemática por gran parte de la sociedad y la ignorancia acerca de su gravedad y consecuencias hacen que las víctimas de este problema no sean creídas por sus familiares y amigos o que se considere que exageran. Cuando se sospeche que se está siendo víctima de la situación y se experimenten síntomas de ansiedad, se recomienda hacer una consulta para valorar el caso y asesorarse sobre que medidas tomar.
Burn Out o Síndrome del Quemado
“Según datos recientes entre el 20% y el 30% de los médicos, profesores y policías locales padecen sus síntomas”
El Burn Out es una patología severa, relativamente reciente, que está relacionada con el ámbito laboral y el estilo de vida que se lleva. Es un trastorno emocional provocado por el trabajo y conlleva graves consecuencias físicas y psicológicas cuando el fenómeno se somatiza. La ansiedad o la depresión y dan origen a numerosas bajas laborales.
Una de las principales características del síndrome es que se produce en profesiones que uno/a ha elegido libremente, es decir, son más vocacionales que obligatorias. Las personas que desempeñan profesiones relacionadas con el mundo sanitario, de la educación o la administración pública suelen ser las que más incidencia reflejen en las estadísticas porque están en contacto con personas con problemas. La frustración se produce cuando ven que su trabajo no es productivo y sienten que su trabajo es baldío.
Los síntomas psicológicos que puede originar este síndrome son múltiples, pudiendo ser leves, moderados, graves o extremos. A veces se puede experimentar astenia y agitación al mismo tiempo (tics nerviosos, temblor de manos); palpitaciones; taquicardia y pinchazos en el pecho; aumento de la tensión arterial; dolores musculares, sobre todo en la zona lumbar; cefaleas; problemas digestivos; trastornos del sueño e inapetencia sexual. Estos síntomas terminan invadiendo la vida social y familiar del afectado, que opta por aislarse y quedarse solo/a. Uno de los primeros síntomas de carácter leve pero que sirve de primer escalón de alarma es la dificultad para levantarse por la mañana o el cansancio patológico, en un nivel moderado se presenta distanciamiento, irritabilidad, cinismo, fatiga, aburrimiento, progresiva pérdida del idealismo que convierten al individuo en emocionalmente exhausto con sentimientos de frustración, incompetencia, culpa y autovaloración negativa.
¿Cuándo consultar? Cuando se detecten síntomas se recomienda acudir a una consulta para valorar el caso y tomar las medidas oportunas para evitar el agravamiento de los síntomas (abuso de psicofármacos, absentismo, abuso de alcohol y drogas, etc.). La repetición de los factores estresantes conforma el cuadro de crónico, que genera baja de la autoestima, un estado de frustración agobiante con melancolía y tristeza, sentimientos de impotencia, pérdida, fracaso, estados de neurosis, en algunos caso psicosis con angustia y/o depresión e impresión de que la vida no vale la pena, llegando en los casos extremos a ideas francas de suicidio.
Algunos síntomas: Baja autoestima, Tristeza, Ideas de suicidio, Abandono, Neurosis, Irritabilidad, Melancolía, Psicosis, Cinismo, Aburrimiento, Perdida del idealismo, Frustración, Incompetencia, Autovaloración negativa …
Tecnoestrés
“El 31% de los trabajadores/as en Estados Unidos y el 21% en Europa se despiertan de forma obsesiva por la noche para mirar su smartphone”
Se refiere al estrés específico derivado de la introducción y uso de nuevas tecnologías en el trabajo. También es llamado Síndrome de Fatiga Informativa, es una “enfermedad” que padecen algunas personas que habitualmente trabajan con el ordenador, navegan por Internet, usan el teléfono móvil y tienen al alcance de su vida cotidiana cientos de aparatos tecnológicos, sin los que, digamos, casi no pueden vivir. Es uno de los problemas surgidos en la era digital y es padecido por personas que no sólo trabajan con el ordenador y usan variados aparatos tecnológicos, sino que sienten que dependen de ellos. Este fenómeno no sucede solamente dentro de la oficina, pues las personas están obligadas a tener un rendimiento continuo, lo que les impide relajarse y distanciarse de los conflictos o tareas laborales.
Dicho fenómeno supone un aumento normal en la activación fisiológica y psicológica de los individuos para realizar un determinado trabajo o una actividad de forma rápida y efectiva. Esto, en principio, no acarrea mayores trastornos. Pero si este aumento se presenta en forma reiterativa y aguda puede ocasionar enfermedades corporales como: hipertensión, gastritis, úlceras, entre otras; y mentales como ansiedad, problemas de concentración, pérdida de memoria, apatía, agresión, tristeza, nerviosismo, palpitaciones, falta de fuerzas, mareos, temblores, irritabilidad, trastornos del sueño insatisfacción o depresión.
El primer síntoma es la ansiedad que puede expresarse a través de episodios de irritabilidad o resistencia obstinada a recibir instrucciones sobre el funcionamiento de cualquier elemento tecnológico. Se presenta con algunos síntomas como dolor de cuello, cervicales o espalda; ardor de ojos, vista borrosa, molestias en el brazo y hombro derecho; no dormir bien, etc.
Otro de los problemas que provoca la multi-actividad de las nuevas tecnologías es la dificultad de concentración. El cerebro se hace adicto a los elevados niveles bioquímicos que causa ocuparse de diversas tareas a la vez y acaba por ser incapaz de concentrarse en una sola.
Las personas que están más propensas a padecer este estrés tecnológico son las de 40 años en adelante, ya que este grupo de personas no nació y creció con estas herramientas y le es más difícil aprender a usarlos.
¿Cuándo consultar? Se recomienda acudir a una consulta para valorar el caso y tomar las medidas oportunas, cuando se detecten los siguientes síntomas:
- Pesadez en brazos y hombros
- Dolor a nivel cervical
- Dolor de espalda
- Lagrimeo y ardor de ojos
- Problemas de sueño (muy pesado o demasiado liviano)
- Irritabilidad
- Dolor de estómago
- Necesidad de consultar los correos y cuentas repetidamente a lo largo del día
- Incapacidad para apagar teléfono móvil