
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta del organismo que tenemos cuando nuestro cerebro detecta una amenaza real o imaginada. Cuando nuestro cerebro interpreta como peligroso inmediatamente envía síntomas de ansiedad. Si existe un peligro real, la ansiedad hace que nos defendamos, salgamos huyendo evitando esa situación o nos quedemos paralizados/as.
Podríamos decir que hay dos tipos de ansiedad: la ansiedad positiva, que es consecuencia de peligros reales, y la ansiedad negativa, que responde a miedos que sólo están en nuestra mente. La primera es buena porque nos moviliza y nos ayuda a buscar soluciones, mientras que la segunda es negativa porque nos bloquea y nos impide resolver las situaciones problemáticas.
Crisis significa cambio, implica que las circunstancias que nos rodean son diferentes y debemos adaptarnos a ellas, la ansiedad se produce siempre que tenemos dificultades a la hora de adaptarnos a los cambios que se van produciendo en nuestra vida. Cuando nos sucede algo importante nuestro cerebro genera una respuesta emocional (puede ser positiva o negativa) ante el mismo estímulo, por ejemplo, ante el olor de la colonia de nuestra abuela evocamos su rostro amable, no sólo recordamos el olor sino que evocamos todas las sensaciones agradables asociadas a esa evocación.
Lo que desencadena la ansiedad funciona del mismo modo se activa cada vez que algo se lo avoca a tu cerebro. A veces es sencillo reconocer que ha generado la ansiedad, ha sucedido algo que genero miedo o malestar (por ejemplo, quedarse encerrado en un ascensor) pero se sigue experimentando cuando la situación a finalizado, puesto que el suceso se asoció con una respuesta de miedo.
Algunos síntomas de la ansiedad son:
- Emocionales: ansiedad, irritabilidad, miedo, cambios del estado de ánimo, confusión o turbación.
- Pensamientos: excesiva autocrítica, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, preocupación por el futuro, pensamientos repetitivos, excesivo temor al fracaso.
- Conductuales: tartamudez u otras dificultades del habla, llantos, reacciones impulsivas, risa nerviosa, brusquedad hacia los demás, rechinado los dientes o apretar las mandíbulas; aumento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas; mayor predisposición a accidentes.
- Fisiológicos: contracción muscular, manos frías o sudorosas, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, perturbaciones del sueño e ingesta, malestar estomacal, gripes e infecciones, fatiga, respiración agitada o palpitaciones, temblores, boca seca.